Vacaciones, una oportunidad para crecer

Las vacaciones son importantes desde varios puntos de vista. Para la psicología y la educación son una oportunidad para fortalecer lazos familiares, desarrollar habilidades socioemocionales y fomentar el aprendizaje.
En este mundo acelerado, solemos ver las vacaciones como un “alto en el camino” o un espacio que ocasiona una fisura en la estructura. Sin embargo, especialistas afirman que las vacaciones, si se aprovechan bien, pueden impactar positivamente el desarrollo emocional, cognitivo y social de niños y adolescentes, transformándose en un periodo de conexión familiar y aprendizaje significativo. La clave está en cómo lo vivimos.
La clave no está en llenar el calendario de actividades, sino en dejar espacio al aburrimiento creativo, la reflexión y la autonomía emocional.
(Psicólogos Gran Vía, 2023).
Y es que el tiempo de ocio y la oportunidad de aburrirse, ayuda a niños, niñas y adolescentes a mejorar su capacidad de autorregulación, un componente esencial del desarrollo socioemocional.
Aprender jugando
Las vacaciones no interrumpen el aprendizaje, sino que lo transforman a través de la exploración, el contacto con la naturaleza, la lectura libre y la experimentación dentro y fuera de casa.
La clave está en ofrecer entornos ricos en estímulos y vínculos seguros, como propone la pedagogía centrada en el estudiante. Aprender a cocinar, cuidar plantas, explorar un nuevo deporte o visitar museos con mirada curiosa, son formas cotidianas de integrar saberes fuera del aula.
El entretenimiento, también es desarrollo
El ocio, entendido como recreación significativa, es fundamental. En la infancia, el juego libre fortalece la resolución de problemas, el trabajo en equipo y la imaginación. En adolescentes, espacios de recreación consciente permiten canalizar energía, crear proyectos y fortalecer la identidad.
Pequeñas decisiones, grandes aprendizajes
No se trata de planear viajes costosos o agendas sobrecargadas, sino de crear momentos significativos, abrir el diálogo, bajar el ritmo y permitir que el tiempo libre también sea tiempo fértil. ¿Cuáles serían estos espacios?
- Tiempo sin pantallas: propicien horarios libres de tecnología para fomentar el juego y la convivencia.
- Lectura libre: una historia cada semana, elegida por el propio niño o niña, fomenta el gusto por leer.
- Naturaleza cerca: una caminata, cuidar plantas o mirar las estrellas es más poderoso de lo que creemos.
- Rutinas suaves: dormir bien, alimentarse en familia y tener momentos de tranquilidad impactan el estado emocional.
- Espacios creativos: pintura, música, escritura libre o construir cosas refuerzan la autonomía y expresión.
Desde Grupo Educación, proponemos una visión de las vacaciones, como una pausa activa que invita a crear, sentir y crecer en comunidad.